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Estimados lectores:

Avanzando con «El perfume», les comento que el protagonista es muy particular. Algunos podrán pensar que por estar obsesionado con los olores y carecer absolutamente de sentimientos, es un loco. Lo que es claro es que es un hombre extraordinario, fuera de lo común. Por eso uno no logra vincularse con él, al menos no a través de los sentimientos, que él no tiene.

Lo que destaco es que su conducta es perfectamente coherente (dentro de esa exótica personalidad y forma de ser definida por el autor). Su único interés es el olfato: conocer aromas, aprenderlos, descifrarlos, crearlos y recrearlos eternamente en su mente. Vive a través de su nariz. Nada más le importa, solo oler, como vemos por estas frases suyas:

“Pero no era eso lo que quería. No tenía intención de erigirse en competidor de Baldini ni de ningún otro perfumista burgués. Su ambición no era amasar dinero con su arte, ni siquiera pretendía vivir de él, si podía vivir de otra cosa. Quería exteriorizar lo que llevaba dentro, sólo esto, expresar su interior, que consideraba más maravilloso que todo cuanto el mundo podía ofrecer”.

Todavía me falta para terminar el libro, pero hasta ahora me quedo con las imágenes de París y de la gente, particularmente con las inmundicias que Grenouille capta a través del olfato, pero que implican más que malos olores; son una muestra de la calamidad humana.

También quiero indagar un poco sobre la época en la que se desarrolla la novela (alrededor de 1750), al menos para tener el marco histórico, que en Francia fue siempre conflictivo.

Saludos,

Mercedes

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