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Aquí les dejo algunas citas de «La nieta del señor Lihn«, de Philippe Claudel.

Ahora el señor Linh es viejo y está cansado. Aquel país desconocido lo agota. La muerte lo agota. Lo ha chupado como los ávidos cabritillos a su madre, que se tumba sobre un costado porque no puede más. La muerte se lo ha quitado todo. No le queda nada. Está a miles de kilómetros de una aldea que ya no existe, a miles de kilómetros de unas tumbas huérfanas de sus cuerpos, muertos a unos pasos de ellas. Está a miles de días de una vida que antaño fue hermosa y feliz.

-Soy tu abuelo – le dice-, y tú y yo estamos solos, somos los dos únicos, los dos últimos. Pero estoy aquí, no tengas miedo, no va a pasarte nada… Soy viejo, pero tendré fuerzas mientras haga falta, mientras seas un pequeño mango verde que necesita al viejo árbol.

Pasa el tiempo. El señor Linh lo nota en el frío que le atraviesa los zapatos y los tres pares de calcetines y le hiela los pies. El tiempo se va, y él sigue solo en el banco. El hombre gordo no aparece. Puede que no venga todos los días. Puede que no vuelva a venir.

La cabeza del señor Linh está llena de cansancio, de sufrimiento, de desilusiones. Le pesa demasiado. Demasiadas derrotas y demasiadas huidas. ¿Qué es la vida sino un collar de heridas que cada hombre cuelga del cuello? ¿De qué sirve ir de ese modo por los días, los meses, los años, cada vez más débil, cada vez más hundido? ¿Por qué ha de ser cada día más amargo que el anterior, que ya lo era bastante?

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