Estimados lectores:
Acabo de terminar “Años lentos”, una breve novela del escritor español Fernando Aramburu, de quien ya leí su obra maestra, “Patria”, “Los vencejos” y los cuentos agrupados en “Los peces de la amargura”.
“Años lentos” se desarrolla en San Sebastián, España, en los años sesenta, cuando Franco llevaba casi 30 años gobernando España y la recientemente fundada ETA iniciaba sus acciones violentas.
Tiene la particularidad de contar con dos voces. La narración principal corresponde a Txiki -como lo llamaba su primo de pequeño-, quien relata al propio Fernando Aramburu los años vividos con sus tíos en San Sebastián. Esta narración se ve interrumpida por notas del escritor, con acotaciones, verificaciones, análisis de alternativas narrativas y cambios de hechos para construir la novela, dándole un toque gracioso a esta historia bastante gris.
Txiki irá a vivir con sus tíos a San Sebastián, en la región vasca, en el noreste de España, cerca de la frontera con Francia, luego de que su madre, por no poder mantener a sus hijos, pidiera a su hermana que se hiciera cargo del más pequeño. Su nueva familia, trabajadora y humilde, conformada por sus tíos y dos primos, lo acogerá como a un hijo más.
Cada uno de los personajes familiares son emblemáticos de la zona y la época: la tía Maripuy, gran matriarca vasca que lleva las riendas del hogar y resuelve todos los problemas familiares, el insulso tío Vicente, temeroso, sin carácter ni intereses más allá de ir al bar con sus amigos, el primo Julen, un joven que, obnubilado por el cura del barrio, termina militando en ETA, y la prima Mari Nieves, que queda embarazada, llevando la desgracia a la familia.
Tiene emblemáticas imágenes, como la Julen abrazando por la noche y a escondidas a la ikurriña (bandera vasca) que comparte con sus compañeros. Muestra el comienzo de la lucha de ETA, con sus primeros atentados, la persecución policial y el rol de algunos sacerdotes, que “reclutaban” militantes para ETA, aprovechándose del fervor y credulidad de los jóvenes.
Pero no es solo sobre ETA. Es el retrato de una típica familia española-vasca trabajadora en los años 60, con sus costumbres, comidas, formas de hablar y creencias. Y es también un reflejo de las debilidades humanas: la ingenuidad que nos lleva a abrazar causas injustas que ni siquiera son propias, la inocencia e ignorancia que terminan en desamor y soledad, y el temor y la cobardía que nos impiden actuar. En contraposición vemos la fortaleza de Maripuy, luchando por mantener a flote a su familia, y la inocencia y optimismo de Txiki, testigo de los hechos.
Si bien la historia es bastante triste y dramática, el narrador principal la presenta en forma amena, intercalando con simpáticas anécdotas infantiles y costumbres de la época. Además, las notas del escritor, con sus digresiones narrativas, contribuyen a reducir el dramatismo.
Muy muy recomendable.
Citas
Cuando me paro a repasar mis recuerdos de aquellos años, me vuelve una vieja sensación de lentitud. Se me figura que en la actualidad un minuto dura treinta o cuarenta segundos; en cambio, los minutos de la dictadura duraban un minuto y medio o dos. Tres décadas llevaba Franco en el poder, saludando a las dóciles y apolíticas multitudes con mano parsimoniosa, temblona y cada vez más decrépita (lo que no le impidió firmar sentencias de muerte), y aunque a finales de los sesenta ya empezaban a agitarse las aguas subterráneas, la historia de España todavía se arrastraba con pereza.
Pasó otro mes, llegó el calor. Se me hace que todo el mundo iba a la playa menos nosotros. A mi tía Maripuy, que no salía más que lo justo a la calle, segura de que la espiaban, le entró la obsesión de bajar cada dos por tres al portal a echar un vistazo dentro del buzón, creyendo ingenuamente que una posible carta de su hijo escaparía al control policial.
Saludos.
Mercedes